Esclavitud.
El costo de la vanidad, pregunto por el
costo de vestir ropa de marca, que por lo visto confiere la impresión de
bienestar efímero a cualquier edad. Esta no es una pregunta por el precio, sino
por el costo que no es lo mismo; el precio se refiere a la suma monetaria que
se aporta en intercambio de un bien o contrato, pero el costo es algo así como
el valor no monetario sacrificado en el nombre de obtener dicho bien. No son lo
mismo.
Juanito quiere ser fresa porque medio mundo (en su mundo) es fresa. Viaja a la plaza
Slim más cercana a comprar ropa que cueste más de $600 varos la prenda, así sea
una miserable playera horrenda con un estampado de latas de sopa fusionadas con
letras de tipografía á lá grafitera o una gorra de colores chocantes cuya
comodidad que produce es sacrificada en el nombre de la vanidad negativa que
proyecta.
Juanis compra esa cosa tan espantosa,
unas gafas, una gorra de esas altas que provocan la impresión de que el usuario
tiene mixomatosis, y un pantalón de aspecto desgastado.
Juanito es feliz, llega a casa para derramar su “swag” por doquier [¿que qué es swag? No puede definirse con palabras, sino con la denotación de una forma particular de vestir que conjunta un “look” á lá matón del Bronx con el de un niño malcriado y consentido; haré un dibujo para denotar el swag de Juanis, que es algo así como la actitud de malandro de mami conjunto con ropa de marca que pretende emular el bajo mundo de los guetos norteamericanos de la segunda mitad de los noventas, aunado a que vestir así te hace irresistiblemente atractivo] y planear la mejor forma de exhibirse ante sus amigos los fresas y swagfags [no debería incluir esta palabra] al día de mañana sábado.
Todo hasta aquí parece banal, si lo
vemos desde la perspectiva inocentemente ignorante de Juanito y sus amigos los
swagfags, realmente no puede hablarse de un costo para Juanito, sino de una
ganancia neta y pulcra; pero vayamos un estrato social un poco más arriba hasta
escalar el no tan lejano peldaño donde se sitúan sus padres.
Una familia de clase media baja, parte
del 32% de la población, con un ingreso mensual oscila entre los 4,000 a los 9,000
pesos mexicanos aproximadamente. El padre tiene trabajo estable y la madre
igual, pero no es remunerado de la misma forma (inequidad laboral de género).
Ellos tuvieron una infancia repleta de carencias y les costó bastante adquirir
la estabilidad económica con la que cuentan. Pero quieren que sus hijos no
sufran de carencias ni tristezas, y es comprensible: son sus padres y los aman
incondicionalmente, así que les cumplen el capricho más mínimo y superficial
que el dinero pueda solapar con tal de mantenerlos lejos de toda carencia y
lejos de las estúpidas depresiones
adolescentes [no debí decir eso].
En fin, Juanito gasta en promedio unos
cuatro mil pesos mexicanos cada vez que sus padres le compran ropa. Ocasionalmente
terminan pagando dicha cantidad a un banco que termina por cobrarles el
20% de comisión por hacerles el favor de
confiar en ellos y prestarles dinero.
Juanito es feliz y sus padres aman verlo
feliz, pero mueren cada vez que el recibo de la tarjeta de crédito llega a
cobrar de más por retrasos y asuntos afines que desconozco.
Ésta es la vida de los padres: el costo
son deudas contraídas y quizás vacaciones pospuestas ¿qué hay de la vida de
Juanis? Bien.
La ropa que compró le durará en promedio
de un año a año y medio, las telas no siempre son de buena calidad pese al
precio, la playera que compró está hecha de una tela tan delgada que podrías
usarla un par de veces para filtrar agua (pero solo un par de veces porque a la
tercera las fibras entrelazadas que la forman se expanden y pierden la virtud
del tamiz que le fue confiada), la gorra está hecha con una especie de plástico
extraño que se desgasta ante la exposición prolongada al sol, por lo que no es
recomendable exponerla a él (¿entonces para qué jijos sirve su gorra?), el
pantalón es tan delgado que no puede ser lavado con lavadora sino llevado a
tintorería para ser limpiado con la fuerza del vapor, pero no a altas
temperaturas pues se derrite (¿?), aunado a que las partes desgastadas del
pantalón terminarán por romperlo al cabo de unos diez usos… por no decir que
las costuras son débiles y no soportan tanta tensión, pese a que su propósito
sea el uso ajustado… torpe ironía. Sus gafas… sus gafas son un objeto horrible
de plástico simple y uso estúpido, me quedo sin palabras, mejor adjunto una imagen…
Las gafas originalmente fueron creadas
para facilitar la vista, no para estorbarle. Este es el punto en el que el lujo
estúpido desvía toda finalidad práctica de la ropa; y de hecho el tacón fue
inventado con el mismo propósito [en algún momento del s.XVIII los adinerados
comenzaron a usarlo, emulando a Luis XIV, para marcar su lugar en la sociedad. Usaron
aditamentos innecesarios y estorbosos, pero caros, para demostrar su capacidad
económica, su lujo de desperdiciar. Las gafas y ropa estorbosas cumplen algo
así como un propósito semejante].
La calidad de su vestimenta no parece
equivalente al precio por el que fue adquirida ¿entonces qué justifica tan alto
costo? ¿La preparación?
Retrocedamos un poco a las fábricas
asiáticas que distribuyen a cadenas como Zara, Pull & Bear, Lee, C&A,
et. al.
Este camino nos lleva a las fábricas de
Inditex en Marruecos, Camboya y Bangladesh. Inditex es una compañía
multinacional española fundada y presidida (hasta el 2011) por Amancio Ortega
Gaona a principios de los sesentas (uno de los diez hombres más ricos del mundo
según Forbes, actualmente el tercero más rico del mundo), productora y
distribuidora de prendas textiles que abastece a Zara, Bershka, Stradivarius,
Oysho, Uterqüe, Pull & Bear, Tempe, Zara Home, Zara Kids y Massimo Dutti. Y
ha sido frecuentemente criticada no solo por su tolerancia a la explotación
laboral infantil, sino por practicarla, así como las condiciones inhumanas de las instalaciones donde laboran sus trabajadores, lo cual provocó que el 24 de abril de este año colapsara una de sus fábricas cobrando la vida de aproximadamente 1,127 personas.
Sus principales fábricas se esparcen por
ciudades asiáticas donde la asociación de trabajadores y conformación de
sindicatos está prohibida, una de sus principales plantas se encuentra en
Tanger, Marruecos.
Inditex aprovecha el bajo costo de la
mano de producción marroquí donde se labora por jornadas de poco más de 12
horas al día, durante seis días de a la semana. Los salarios oscilan entre los
$1,330 a los $2,900 pesos mensuales, pero esto solo aplica para los empleados
considerados mayores de edad y para aquellos que han desarrollado antigüedad.
Los empleados de entre 14 años hasta los 20 son considerados aprendices y
reciben un salario de aproximadamente $6 pesos por hora.[1]
Inditex también tiene fábricas en Tamil
Nadu, India, donde se explota las necesidades de las castas sociales más bajas
reclutando a niñas de entre 14 y 20 años bajo la falsa ilusión de trabajar para
una empresa textil que ofrece techo comida y trabajo, en cambio son sometidas a
condiciones laborales que rozan la esclavitud donde se dan condiciones inhumanas
de vida e higiene; no hay garantías laborales ni contratos firmados (por tanto
no tienen un sustento legal para reclamar sus derechos laborales), los
contratos en todo caso son “exclusivamente verbales” y son “frecuentemente
violados por la empresa” que entre otras cosas prohíbe explícitamente la
formación y afiliación de sindicatos.[2]
Las jornadas laborales son de 12 horas
al día, 72 horas a la semana por un salario de apenas $14.50 pesos la hora, y
durante las épocas de producción intensa las jornadas laborales se extienden
hasta 14 horas sin compensación por el trabajo extra.
Casos como este se han dado también en
América latina donde en Sao Paulo, Brasil, en el 2011 fue encontrada y
desmantelada una fabrica de confección de textiles clandestina operada por la
empresa AHA que suministra a Zara. Donde laboraban inmigrantes principalmente
bolivianos, encerrados e igualmente sometidos a condiciones semejantes a la
esclavitud[3].
Mano de obra explotada.
Al respecto de las telas y materiales
empleados por Inditex y similares encontré nada de información en la red, sin
embargo basta haber comprado al menos una sola vez una prenda de cualquiera de
las marcas a las cuales abastece para dar cuenta de la mala calidad de los materiales
que las conforman. La tela es delgada y frágil, presume estar compuesta de
algodón en un 80% pero el algodón no es tan débil y vulnerable, si lo fuera la
humanidad no lo explotaría desde tiempos poco memorables por mi y en su lugar
emplearía materiales más resistentes, como corteza de árbol ficus o algo así (qué sé yo).
¿Qué justifica el precio tan elevado de
las prendas? Se dice que el valor de cada pantalón fabricado en la planta de
Tanger Marruecos oscila en unos dos euros, lo que equivaldría a unos $33 pesos
mexicanos, sin embargo no pude corroborar esta información.[4]
Curiosamente en tiendas el valor que alcanza la misma prenda es de $600 en
promedio.
Sigue la incógnita de cómo puede multiplicarse tan violentamente el costo de una
prenda de 33 pesos.
Mis conocimientos sobre mercados y demás
temas económicos son limitados, pero estoy consiente de que solo el precio
inicial de cada prenda es apenas una quinta parte del valor final cuando a ella
sumas los costos de distribución, exportación, los salarios de las personas
involucradas en su comercialización, etc. Todo intermediario.
Tengo que señalar que no voy a pretender
resolver el enigma personal sobre la justificación de tan alto precio; el
propósito de este escrito siempre ha sido hablar sobre el "costo" de vestir fresa, palabra que
puede ser semejante a "precio", pero no análoga ¿Cuál es el costo de vestir
fresa?
Los pantalones de Juanito bien pueden
ilustrarlo: el efecto desgastado de los pantalones se logra mediante una
técnica llamada “a r e n a d o”.
El “a r e n a d o” consiste en un
bombardeo con un chorro de arena a presión sobre los jeans para formar un
efecto desgastado. Sin embargo durante el proceso del “a r e n a d o”
partículas de óxido de silicio o “silice”, que forman parte de la arena,
quedan suspendidas en el aire en forma de polvo ultrafino, este llega a
traspasar la poca protección de los cubrebocas que se emplean durante dicho
proceso.
El “silice” entra por el tracto
respiratorio y se incrusta en los pulmones; la prolongada exposición y
acumulación de estas partículas produce una enfermedad incurable llamada
silicosis, que produce insuficiencia respiratoria, vulnerabilidad viral,
enfisema, etc.
Gran parte de los trabajadores que
padecen silicosis no abandonan su trabajo a sabiendas de que atentan contra su
salud a la larga, sacrifican su salud a favor de la familia que alimentan
con el bajo salario recibido. Este tipo de casos se repite en casi todas las
compañías textiles del mundo hasta la prohibición del arenado en 2008, aunque
no todas las empresas se sumaron. Dijeron que lo harían pero no se sabe
si ya lo hicieron.
Los salarios que reciben los “areneros”
continúan siendo mínimos, a penas alcanza los 60 euros mensuales, lo que
equivale a unos $1,165 pesos en moneda nacional.
El costo de producción es demasiado: la
integridad física en el caso de los areneros; pero el valor final de la prenda es
mínimo y no compensa el deterioro físico de las personas que producen la mercancía.
El precio que alcanza la prenda en tiendas es elevado, pero no porque
cubran el costo de su producción, de hecho el costo no tiene un mayor
fundamento que el de cubrir el costo que ellos mismos ponen a capricho. Las
personas aman la ropa de marca y podrían pagar casi cualquier cantidad por
ella.
A final de cuentas la mano de obra no
gana lo equivalente al valor de su trabajo, a final de cuentas es el núcleo de
la empresa el que retiene la mayor cantidad de capital captado.
Amancio Ortega es según Forbes la
tercera persona más acaudalada del mundo, es el hombre más rico de España y su
riqueza acumula $57 billones de dólares… una riqueza amasada en parte por la
explotación de mano de obra barata.
Como se dice, no comúnmente, siempre se
explota a las personas que están más interesadas y preocupadas por mantener
estabilidad. Ortega Gaona es un ícono de inestabilidad:
Un billonario que paga el equivalente a
menos de tres mil pesos mensuales a sus empleados productores, les produce
enfermedades incurables y los explota a un nivel equiparable a la esclavitud, y
por ello ha sido condecorado con la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil por
parte del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación del gobierno español.[5]
Podríamos seguir condenando las
prácticas empresariales que practican y cultivan la esclavitud moderna ¿pero
dónde queda el enojo cuando no hacemos algo más contundente al respecto? Se
puede hacer no comprándoles, pero la actitud de las personas ignorantemente
vulnerables como Juanito permite la continuidad de la decadencia humana a manos
del valor acumulable, le esclavitud moderna y la negligencia provocada por la
ambición de un puñado de personas que lo quieren todo para sí mismos, aunado al
torpe impulso de comprar ropa de marca que se apodera incluso de las personas
más críticas. El crimen [contra la humanidad] perfecto.
El dinero puede comprar un poco, o
bastante ego, ocasionalmente la etiqueta Zara en una prenda basta para hacer a
muchos sentirse en el excluyente círculo del “buen gusto”… del buen vestir, por
no mencionar esa palabra tan horrorosa y banal que es "glamour". Y hago mal en
evitarla, pues “glamour” es una palabra que bien encarna muchas de las
banalidades (si no es que todas) que acompañan la vacua industria de la
producción y consumo textil (incluso lo peor de ella).
Pese a los extraños y difusos orígenes
de la palabra que wikipedia proporciona (a veces entendida como hechizo, a
veces a los practicantes de ciertas doctrinas ocultistas, a veces como
alteración de la percepción embelleciendo lo que no es bello) lo glamoroso es
en esencia una alteración de cierto objeto con el propósito de mostrarlo más
atractivo, con el objeto de confundir al sujeto que percibe y “hechizarlo”
mediante tal falsa belleza, engañar a fin de cuentas y mostrar las cosas de una
forma que no son, negando la propia y originaria forma llevándola a planos de
belleza prostética (artificial, falsa, un intento de sustituir cierto modelo
perceptible considerado bello sin más por otro impostor y espurio), atentando
contra los principios básicos de la belleza.
“Glamour” se ha convertido en algo más
que un engaño a la percepción sensible, es a estas alturas una especie de
medida social perteneciente excluyentemente a ciertos sujetos beneficiados por
la industria del espectáculo y puerilidades afines, que no irónicamente lucran
en labor conjunta con la industria textil de sujetos como ese tipo Ortega.
Si bien recordamos cierta definición
sobre lo bello
Bello es aquello que sin concepto alguno place universalmenteproporcionada por Kant en la Crítica del Juicio (estético) no puede considerarse bello aquello cuya, válgase la redundancia, belleza está apoyada en una idea sembrada, no se trata de autentica belleza, sino de un convencimiento sobre la belleza. Esto es un poco confuso, dejemos que la claridad lo aclare:
Aprendimos a hablar imitando, aprendimos a
caminar imitando, etcétera. Así también aprendimos muchos conceptos e imágenes
y concepciones del mundo mediante la interacción con otros, pero no la ponemos
en cuestión ni intentamos hallar justificación alguna, sino que nuestro
aprendizaje está limitado a hacer justo lo que el otro hace, o en este caso
entenderlo justo de la forma que otro lo entiende. No estoy diciendo que
seguimos ciegamente a los otros, no, sino que aprendemos sin cuestionar, porque
si cuestionáramos lo aprendido presupondría que ya sabemos lo que se nos
enseña, pues tenemos una base con la cual compararlo (cuando se supone que no la tenemos).
Digamos que a Heidi (hermana menor de Juanito) le es introducida una idea
extranjera de belleza mientras admira a las mujeres que transmite la televisión, por ejemplo la entrega del oscar que siempre está antecedida por una horripilante ceremonia de actores luciendo sus vestimentas caras; no es como cuando siendo niña se sentía atraída por
colores y formas. Es normal que los infantes tengan modelos a seguir, lo que no
pertenece a este círculo de conductas comunes son los conceptos e ideas
formados artificialmente y sembrados como anexos a la belleza.
Cierta mitificación se ha construido en torno a la vestimenta.
Es cierto que la apariencia es
importante y antropologicamente es determinante
para distinguir a las criaturas más “aptas”… capaces de interactuar
exitosamente en entornos sociales; resulta sencillo confiar en una persona con
una apariencia agradable, pero esto se ha llevado demasiado lejos. La
apariencia comienza a solapar a las arpías y las aberraciones humanas.
Una persona horrible, horripilante en
alma e intelecto será modelo a seguir por el simple hecho de que es lo que
viste, véase Paris Hilton, véase Audrey Hepburn, véanse cualquier artista de
farándula comercial y se reconocerá la mitificación de su imagen gracias al
contexto nauseabundamente glamouroso a su rededor. Una construcción banal que
hechiza muchedumbres… ¿pero qué hay en el fondo? dinero. Falsa belleza, terrible
belleza, belleza forzada.
Y ya.
El costo parece demasiado alto, el
impulso infantil de Juanito nos lleva a las posibilidades económicas de sus
padres, ello nos conduce a preguntar si es que el precio equivale a la calidad,
pero no es así puesto que el precio de la prenda por si sola (de calidad deplorable)
es mucho menor al de su precio final. Eso nos lleva a las grandes industrias y
la esclavitud a la que somete a sus trabajadores, donde la mano de obra a penas y representa un
porcentaje mínimo del precio original; eso nos lleva a la arbitraria
disposición de las ganancias por parte de los dueños de las industrias.
Finalmente queda la pregunta de por qué,
entonces, siguen vivos este tipo de cánceres de la humanidad y la respuesta nos
lleva al plano de las impresiones imaginarias de las personas, de las falsas
creencias sobre aprobación social, sobre belleza social; al imaginario
colectivo del glamour, el ego y la posición social adquirida por mediación de
lo que se viste (mientras más caro mejor, igual que la cientología). Avanzamos
a planos de superficialidad y frivolidad cuyo encanto arrebata de la vista la
situación que yace tras ella: la tragedia humana de la explotación laboral y sus
consecuencias.
El costo es demasiado alto pero no
muchos lo ven. Veamos pues.
Para más información:
Y muchas mas que a fin de cuentas solo
citaban a clean clothes y su versión en español.
[1]
Consultado en: http://loquepodemoshacer.wordpress.com/2012/11/28/la-esclavitud-en-el-siglo-xxi-que-tiene-que-ver-conmigo/
[2]
Consultado en: http://www.elconfidencial.com/espana/2012/03/23/trabajo-esclavo-en-la-india-tres-empresas-espanolas-estan-incluidas-en-la-lista-negra-94749/
[3]
Consultado en: http://www.elmundo.es/america/2011/08/17/brasil/1313603410.html
[4]
Extraído de: http://www.holistika.net/vida_sostenible/consumo_responsable/los_trapos_sucios_de_las_empresas_textiles.asp
[5]Consultado
en: http://www.invertia.com/noticias/articulo-final.asp?idNoticia=2263491


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