sábado, 17 de agosto de 2013

[El costo de] Comprar ropa de marca

Esclavitud.
El costo de la vanidad, pregunto por el costo de vestir ropa de marca, que por lo visto confiere la impresión de bienestar efímero a cualquier edad. Esta no es una pregunta por el precio, sino por el costo que no es lo mismo; el precio se refiere a la suma monetaria que se aporta en intercambio de un bien o contrato, pero el costo es algo así como el valor no monetario sacrificado en el nombre de obtener dicho bien. No son lo mismo.
Juanito quiere ser fresa porque medio mundo (en su mundo) es fresa. Viaja a la plaza Slim más cercana a comprar ropa que cueste más de $600 varos la prenda, así sea una miserable playera horrenda con un estampado de latas de sopa fusionadas con letras de tipografía á lá grafitera o una gorra de colores chocantes cuya comodidad que produce es sacrificada en el nombre de la vanidad negativa que proyecta.
Juanis compra esa cosa tan espantosa, unas gafas, una gorra de esas altas que provocan la impresión de que el usuario tiene mixomatosis, y un pantalón de aspecto desgastado.

Juanito es feliz, llega a casa para derramar su “swag” por doquier [¿que qué es swag? No puede definirse con palabras, sino con la denotación de una forma particular de vestir que conjunta un “look” á lá matón del Bronx con el de un niño malcriado y consentido; haré un dibujo para denotar el swag de Juanis, que es algo así como la actitud de malandro de mami conjunto con ropa de marca que pretende emular el bajo mundo de los guetos norteamericanos de la segunda mitad de los noventas, aunado a que vestir así te hace irresistiblemente atractivo] y planear la mejor forma de exhibirse ante sus amigos los fresas y swagfags [no debería incluir esta palabra] al día de mañana sábado.

Todo hasta aquí parece banal, si lo vemos desde la perspectiva inocentemente ignorante de Juanito y sus amigos los swagfags, realmente no puede hablarse de un costo para Juanito, sino de una ganancia neta y pulcra; pero vayamos un estrato social un poco más arriba hasta escalar el no tan lejano peldaño donde se sitúan sus padres.
Una familia de clase media baja, parte del 32% de la población, con un ingreso mensual oscila entre los 4,000 a los 9,000 pesos mexicanos aproximadamente. El padre tiene trabajo estable y la madre igual, pero no es remunerado de la misma forma (inequidad laboral de género). Ellos tuvieron una infancia repleta de carencias y les costó bastante adquirir la estabilidad económica con la que cuentan. Pero quieren que sus hijos no sufran de carencias ni tristezas, y es comprensible: son sus padres y los aman incondicionalmente, así que les cumplen el capricho más mínimo y superficial que el dinero pueda solapar con tal de mantenerlos lejos de toda carencia y lejos de  las estúpidas depresiones adolescentes [no debí decir eso].
En fin, Juanito gasta en promedio unos cuatro mil pesos mexicanos cada vez que sus padres le compran ropa. Ocasionalmente terminan pagando dicha cantidad a un banco que termina por cobrarles el 20%  de comisión por hacerles el favor de confiar en ellos y prestarles dinero.
Juanito es feliz y sus padres aman verlo feliz, pero mueren cada vez que el recibo de la tarjeta de crédito llega a cobrar de más por retrasos y asuntos afines que desconozco.

Ésta es la vida de los padres: el costo son deudas contraídas y quizás vacaciones pospuestas ¿qué hay de la vida de Juanis? Bien.
La ropa que compró le durará en promedio de un año a año y medio, las telas no siempre son de buena calidad pese al precio, la playera que compró está hecha de una tela tan delgada que podrías usarla un par de veces para filtrar agua (pero solo un par de veces porque a la tercera las fibras entrelazadas que la forman se expanden y pierden la virtud del tamiz que le fue confiada), la gorra está hecha con una especie de plástico extraño que se desgasta ante la exposición prolongada al sol, por lo que no es recomendable exponerla a él (¿entonces para qué jijos sirve su gorra?), el pantalón es tan delgado que no puede ser lavado con lavadora sino llevado a tintorería para ser limpiado con la fuerza del vapor, pero no a altas temperaturas pues se derrite (¿?), aunado a que las partes desgastadas del pantalón terminarán por romperlo al cabo de unos diez usos… por no decir que las costuras son débiles y no soportan tanta tensión, pese a que su propósito sea el uso ajustado… torpe ironía. Sus gafas… sus gafas son un objeto horrible de plástico simple y uso estúpido, me quedo sin palabras, mejor adjunto una imagen…
Las gafas originalmente fueron creadas para facilitar la vista, no para estorbarle. Este es el punto en el que el lujo estúpido desvía toda finalidad práctica de la ropa; y de hecho el tacón fue inventado con el mismo propósito [en algún momento del s.XVIII los adinerados comenzaron a usarlo, emulando a Luis XIV,  para marcar su lugar en la sociedad. Usaron aditamentos innecesarios y estorbosos, pero caros, para demostrar su capacidad económica, su lujo de desperdiciar. Las gafas y ropa estorbosas cumplen algo así como un propósito semejante].

La calidad de su vestimenta no parece equivalente al precio por el que fue adquirida ¿entonces qué justifica tan alto costo? ¿La preparación?
Retrocedamos un poco a las fábricas asiáticas que distribuyen a cadenas como Zara, Pull & Bear, Lee, C&A, et. al.
Este camino nos lleva a las fábricas de Inditex en Marruecos, Camboya y Bangladesh. Inditex es una compañía multinacional española fundada y presidida (hasta el 2011) por Amancio Ortega Gaona a principios de los sesentas (uno de los diez hombres más ricos del mundo según Forbes, actualmente el tercero más rico del mundo), productora y distribuidora de prendas textiles que abastece a Zara, Bershka, Stradivarius, Oysho, Uterqüe, Pull & Bear, Tempe, Zara Home, Zara Kids y Massimo Dutti. Y ha sido frecuentemente criticada no solo por su tolerancia a la explotación laboral infantil, sino por practicarla, así como las condiciones inhumanas de las instalaciones donde laboran sus trabajadores, lo cual provocó que el 24 de abril de este año colapsara una de sus fábricas cobrando la vida de aproximadamente 1,127 personas.
Sus principales fábricas se esparcen por ciudades asiáticas donde la asociación de trabajadores y conformación de sindicatos está prohibida, una de sus principales plantas se encuentra en Tanger, Marruecos.
Inditex aprovecha el bajo costo de la mano de producción marroquí donde se labora por jornadas de poco más de 12 horas al día, durante seis días de a la semana. Los salarios oscilan entre los $1,330 a los $2,900 pesos mensuales, pero esto solo aplica para los empleados considerados mayores de edad y para aquellos que han desarrollado antigüedad. Los empleados de entre 14 años hasta los 20 son considerados aprendices y reciben un salario de aproximadamente $6 pesos por hora.[1]
Inditex también tiene fábricas en Tamil Nadu, India, donde se explota las necesidades de las castas sociales más bajas reclutando a niñas de entre 14 y 20 años bajo la falsa ilusión de trabajar para una empresa textil que ofrece techo comida y trabajo, en cambio son sometidas a condiciones laborales que rozan la esclavitud donde se dan condiciones inhumanas de vida e higiene; no hay garantías laborales ni contratos firmados (por tanto no tienen un sustento legal para reclamar sus derechos laborales), los contratos en todo caso son “exclusivamente verbales” y son “frecuentemente violados por la empresa” que entre otras cosas prohíbe explícitamente la formación y afiliación de sindicatos.[2]
Las jornadas laborales son de 12 horas al día, 72 horas a la semana por un salario de apenas $14.50 pesos la hora, y durante las épocas de producción intensa las jornadas laborales se extienden hasta 14 horas sin compensación por el trabajo extra.
Casos como este se han dado también en América latina donde en Sao Paulo, Brasil, en el 2011 fue encontrada y desmantelada una fabrica de confección de textiles clandestina operada por la empresa AHA que suministra a Zara. Donde laboraban inmigrantes principalmente bolivianos, encerrados e igualmente sometidos a condiciones semejantes a la esclavitud[3]. Mano de obra explotada.
Al respecto de las telas y materiales empleados por Inditex y similares encontré nada de información en la red, sin embargo basta haber comprado al menos una sola vez una prenda de cualquiera de las marcas a las cuales abastece para dar cuenta de la mala calidad de los materiales que las conforman. La tela es delgada y frágil, presume estar compuesta de algodón en un 80% pero el algodón no es tan débil y vulnerable, si lo fuera la humanidad no lo explotaría desde tiempos poco memorables por mi y en su lugar emplearía materiales más resistentes, como corteza de árbol ficus o algo así (qué sé yo).
¿Qué justifica el precio tan elevado de las prendas? Se dice que el valor de cada pantalón fabricado en la planta de Tanger Marruecos oscila en unos dos euros, lo que equivaldría a unos $33 pesos mexicanos, sin embargo no pude corroborar esta información.[4] Curiosamente en tiendas el valor que alcanza la misma prenda es de $600 en promedio. Sigue la incógnita de cómo puede multiplicarse tan violentamente el costo de una prenda de 33 pesos.
Mis conocimientos sobre mercados y demás temas económicos son limitados, pero estoy consiente de que solo el precio inicial de cada prenda es apenas una quinta parte del valor final cuando a ella sumas los costos de distribución, exportación, los salarios de las personas involucradas en su comercialización, etc. Todo intermediario.

Tengo que señalar que no voy a pretender resolver el enigma personal sobre la justificación de tan alto precio; el propósito de este escrito siempre ha sido hablar sobre el "costo" de vestir fresa, palabra que puede ser semejante a "precio", pero no análoga ¿Cuál es el costo de vestir fresa?
Los pantalones de Juanito bien pueden ilustrarlo: el efecto desgastado de los pantalones se logra mediante una técnica llamada “a r e n a d o”.
El “a r e n a d o” consiste en un bombardeo con un chorro de arena a presión sobre los jeans para formar un efecto desgastado. Sin embargo durante el proceso del “a r e n a d o” partículas de óxido de silicio o “silice”, que forman parte de la arena, quedan suspendidas en el aire en forma de polvo ultrafino, este llega a traspasar la poca protección de los cubrebocas que se emplean durante dicho proceso.
El “silice” entra por el tracto respiratorio y se incrusta en los pulmones; la prolongada exposición y acumulación de estas partículas produce una enfermedad incurable llamada silicosis, que produce insuficiencia respiratoria, vulnerabilidad viral, enfisema, etc.
Gran parte de los trabajadores que padecen silicosis no abandonan su trabajo a sabiendas de que atentan contra su salud a la larga, sacrifican su salud a favor de la familia que alimentan con el bajo salario recibido. Este tipo de casos se repite en casi todas las compañías textiles del mundo hasta la prohibición del arenado en 2008, aunque no todas las empresas se sumaron. Dijeron que lo harían pero no se sabe si ya lo hicieron.
Los salarios que reciben los “areneros” continúan siendo mínimos, a penas alcanza los 60 euros mensuales, lo que equivale a unos $1,165 pesos en moneda nacional.
El costo de producción es demasiado: la integridad física en el caso de los areneros; pero el valor final de la prenda es mínimo y no compensa el deterioro físico de las personas que producen la mercancía. 
El precio que alcanza la prenda en tiendas es elevado, pero no porque cubran el costo de su producción, de hecho el costo no tiene un mayor fundamento que el de cubrir el costo que ellos mismos ponen a capricho. Las personas aman la ropa de marca y podrían pagar casi cualquier cantidad por ella.
A final de cuentas la mano de obra no gana lo equivalente al valor de su trabajo, a final de cuentas es el núcleo de la empresa el que retiene la mayor cantidad de capital captado.

Amancio Ortega es según Forbes la tercera persona más acaudalada del mundo, es el hombre más rico de España y su riqueza acumula $57 billones de dólares… una riqueza amasada en parte por la explotación de mano de obra barata.
Como se dice, no comúnmente, siempre se explota a las personas que están más interesadas y preocupadas por mantener estabilidad. Ortega Gaona es un ícono de inestabilidad:
Un billonario que paga el equivalente a menos de tres mil pesos mensuales a sus empleados productores, les produce enfermedades incurables y los explota a un nivel equiparable a la esclavitud, y por ello ha sido condecorado con la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación del gobierno español.[5]

Podríamos seguir condenando las prácticas empresariales que practican y cultivan la esclavitud moderna ¿pero dónde queda el enojo cuando no hacemos algo más contundente al respecto? Se puede hacer no comprándoles, pero la actitud de las personas ignorantemente vulnerables como Juanito permite la continuidad de la decadencia humana a manos del valor acumulable, le esclavitud moderna y la negligencia provocada por la ambición de un puñado de personas que lo quieren todo para sí mismos, aunado al torpe impulso de comprar ropa de marca que se apodera incluso de las personas más críticas. El crimen [contra la humanidad] perfecto.
El dinero puede comprar un poco, o bastante ego, ocasionalmente la etiqueta Zara en una prenda basta para hacer a muchos sentirse en el excluyente círculo del “buen gusto”… del buen vestir, por no mencionar esa palabra tan horrorosa y banal que es "glamour". Y hago mal en evitarla, pues “glamour” es una palabra que bien encarna muchas de las banalidades (si no es que todas) que acompañan la vacua industria de la producción y consumo textil (incluso lo peor de ella).
Pese a los extraños y difusos orígenes de la palabra que wikipedia proporciona (a veces entendida como hechizo, a veces a los practicantes de ciertas doctrinas ocultistas, a veces como alteración de la percepción embelleciendo lo que no es bello) lo glamoroso es en esencia una alteración de cierto objeto con el propósito de mostrarlo más atractivo, con el objeto de confundir al sujeto que percibe y “hechizarlo” mediante tal falsa belleza, engañar a fin de cuentas y mostrar las cosas de una forma que no son, negando la propia y originaria forma llevándola a planos de belleza prostética (artificial, falsa, un intento de sustituir cierto modelo perceptible considerado bello sin más por otro impostor y espurio), atentando contra los principios básicos de la belleza.

“Glamour” se ha convertido en algo más que un engaño a la percepción sensible, es a estas alturas una especie de medida social perteneciente excluyentemente a ciertos sujetos beneficiados por la industria del espectáculo y puerilidades afines, que no irónicamente lucran en labor conjunta con la industria textil de sujetos como ese tipo Ortega.
Si bien recordamos cierta definición sobre lo bello 
Bello es aquello que sin concepto alguno place universalmente
proporcionada por Kant en la Crítica del Juicio (estético) no puede considerarse bello aquello cuya, válgase la redundancia, belleza está apoyada en una idea sembrada, no se trata de autentica belleza, sino de un convencimiento sobre la belleza. Esto es un poco confuso, dejemos que la claridad lo aclare:
Aprendimos a hablar imitando, aprendimos a caminar imitando, etcétera. Así también aprendimos muchos conceptos e imágenes y concepciones del mundo mediante la interacción con otros, pero no la ponemos en cuestión ni intentamos hallar justificación alguna, sino que nuestro aprendizaje está limitado a hacer justo lo que el otro hace, o en este caso entenderlo justo de la forma que otro lo entiende. No estoy diciendo que seguimos ciegamente a los otros, no, sino que aprendemos sin cuestionar, porque si cuestionáramos lo aprendido presupondría que ya sabemos lo que se nos enseña, pues tenemos una base con la cual compararlo (cuando se supone que no la tenemos).
Digamos que a Heidi (hermana menor de Juanito) le es introducida una idea extranjera de belleza mientras admira a las mujeres que transmite la televisión, por ejemplo la entrega del oscar que siempre está antecedida por una horripilante ceremonia de actores luciendo sus vestimentas caras; no es como cuando siendo niña se sentía atraída por colores y formas. Es normal que los infantes tengan modelos a seguir, lo que no pertenece a este círculo de conductas comunes son los conceptos e ideas formados artificialmente y sembrados como anexos a la belleza. 
Cierta mitificación se ha construido en torno a la vestimenta.

Es cierto que la apariencia es importante y antropologicamente es determinante para distinguir a las criaturas más “aptas”… capaces de interactuar exitosamente en entornos sociales; resulta sencillo confiar en una persona con una apariencia agradable, pero esto se ha llevado demasiado lejos. La apariencia comienza a solapar a las arpías y las aberraciones humanas.
Una persona horrible, horripilante en alma e intelecto será modelo a seguir por el simple hecho de que es lo que viste, véase Paris Hilton, véase Audrey Hepburn, véanse cualquier artista de farándula comercial y se reconocerá la mitificación de su imagen gracias al contexto nauseabundamente glamouroso a su rededor. Una construcción banal que hechiza muchedumbres… ¿pero qué hay en el fondo? dinero. Falsa belleza, terrible belleza, belleza forzada.
Y ya.

El costo parece demasiado alto, el impulso infantil de Juanito nos lleva a las posibilidades económicas de sus padres, ello nos conduce a preguntar si es que el precio equivale a la calidad, pero no es así puesto que el precio de  la prenda por si sola (de calidad deplorable) es mucho menor al de su precio final. Eso nos lleva a las grandes industrias y la esclavitud a la que somete a sus trabajadores, donde la mano de obra a penas y representa un porcentaje mínimo del precio original; eso nos lleva a la arbitraria disposición de las ganancias por parte de los dueños de las industrias.
Finalmente queda la pregunta de por qué, entonces, siguen vivos este tipo de cánceres de la humanidad y la respuesta nos lleva al plano de las impresiones imaginarias de las personas, de las falsas creencias sobre aprobación social, sobre belleza social; al imaginario colectivo del glamour, el ego y la posición social adquirida por mediación de lo que se viste (mientras más caro mejor, igual que la cientología). Avanzamos a planos de superficialidad y frivolidad cuyo encanto arrebata de la vista la situación que yace tras ella: la tragedia humana de la explotación laboral y sus consecuencias.
El costo es demasiado alto pero no muchos lo ven. Veamos pues.



Para más información:
Y muchas mas que a fin de cuentas solo citaban a clean clothes y su versión en español.






[1] Consultado en: http://loquepodemoshacer.wordpress.com/2012/11/28/la-esclavitud-en-el-siglo-xxi-que-tiene-que-ver-conmigo/
[2] Consultado en: http://www.elconfidencial.com/espana/2012/03/23/trabajo-esclavo-en-la-india-tres-empresas-espanolas-estan-incluidas-en-la-lista-negra-94749/
[3] Consultado en: http://www.elmundo.es/america/2011/08/17/brasil/1313603410.html
[4] Extraído de: http://www.holistika.net/vida_sostenible/consumo_responsable/los_trapos_sucios_de_las_empresas_textiles.asp
[5]Consultado en:  http://www.invertia.com/noticias/articulo-final.asp?idNoticia=2263491

No hay comentarios:

Publicar un comentario